Antecedentes históricos muy quebradizos del separatismo en España
A través del artículo de Pedro Insúa en el diario El Español, el autor rechaza la tesis alentada desde la izquierda y el nacionalismo, de que no hay una verdadera España medieval y que la legitimidad histórica corresponde a los antiguos reinos del medievo.
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RESUMEN DEL ARTÍCULO
Los separatistas argumentan, con poco fundamento, antecendentes históricos de las autonomías.
Pedro Insúa dice en su artículo que el “Estado Autonómico” debía tener su razón de ser en la historia y para ello había que negar la idea medieval de España y reconocer así, en los distintos reinos medievales, los antecedentes históricos de las autonomías actuales. La pretensión es que comunidades autónomas con lengua propia sean sociedades formadas con anterioridad a España, incluso al margen de ella, de modo que España interrumpe autoritaria o dictatorialmente su trayectoria, que en su pujanza quiso absorber y anular otras “identidades” peninsulares, a las que además, la España de 1978 les debe por fin reconocimiento constitucional, que implica a su vez damnificación por daño producido.
España está presente en la Edad Media, aunque su identidad imperial se consumará con la conquista.
Esta negación, refiere el autor, se estrella con la documentación, reliquias y los relatos medievales en los que España está allí, y además con un formato político determinado, el formato del Imperio. Porque es cuando borramos la palabra imperio de la historia de España cuando esta pierde sentido, sentido unitario, y es que la identidad imperial es lo que da unidad a la historia de España. Una identidad imperial de origen medieval, pero que, en todo caso, se consumará con el descubrimiento y conquista americanos, cuando el mundo medieval quede completamente desbordado por la acción del propio imperio español.
España procede de la unidad romano-visigótica, de la que hereda base jurídica y política, pero evoluciona a una nueva identidad.
En todo caso, Insúa explica que la identidad política se asienta sobre las bases de la sociedad visigótica previa, sobre todo en el terreno jurídico y teológico político -conversión de Recaredo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, año 589 – aunque el autor refiere que no se trata de una recuperación política de la unidad peninsular romano-visigótica, al tratarse de una nueva identidad española. Y es que el islam había roto esa unidad visigoda produciendo la dispersión de sus partes, unas partes que terminan coordinándose y reuniéndose (solidariamente) bajo un imperio católico que trata de restituir la unidad cristiano-romana previa pero con una identidad ya distinta de la romano-visigoda.
España es la ejecución de un proyecto imperial, aunque surge en época medieval. No es un proyecto de Reconquista… ni de Transición.
España, por tanto, es la ejecución hasta donde pudo de ese proyecto imperial que surge en época medieval en lucha contra el islam, pero que desborda la unidad peninsular ya en época moderna para acabar convirtiendo los tres grandes océanos en, prácticamente, mares interiores suyos. El autor critica el contenido ideológico del término «Reconquista», como también el de «Transición», ya que ambos pretenden borrar o desdibujar el concepto de España en la Edad Media, para justificar una realidad pre-española de las distintas autonomías, que tienen según parece su origen justamente en esa época. La noción de “reconquista” la califica de “insidiosa” pero no porque resulte belicista y por tanto antipática para ciertos oídos piadosos, sino porque es una noción estrecha, restringida al mundo antiguo y medieval.
LINK DEL ARTÍCULO DE PEDRO INSÚA EN EL ESPAÑOL
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